Los adjetivos corren hacia mí,
llaman a mi puerta y me gritan,
suben ellos solos hasta la punta
de este bolígrafo porque quieren nombrarte,
quieren formar parte de ti, describirte.
Yo los aparto, digo que se olviden.
que no pueden formar parte de ti,
que eres demasiado como para abarcarte con palabras.
Luchan, me insultan con más adjetivos,
me lanzan la goma de borrar,
se amotinan, comienzan a empujarme todos juntos
para apartarme los dedos, como los enanos a Gulliver,
y uno de ellos consigue coronar la cima del bolígrafo
y entonces una fuerza incontenible me hace escribir,
una sola frase:
mirarte a los ojos es salir más limpio.