El viejo boxeador



y encuentro tanta gente hundida en la contradicción,
sonrisas de Instagram con tanta pena en su interior,
fragmentos de poemas míos en la SuperPop.
Y quién coño soy yo,
si todos tienen miedo a la palabra cantautor,
las radios venden música enlatada al por mayor,
me dice un productor “Marwán, te falta un reggaeton”.
Nunca cambiaré,
hace siglos ya lo dijo el escritor:
“quien se pone precio pierde su valor”.
No me rendiré,
tengo el corazón de un viejo boxeador
que cayó 1000 veces y se levantó
y entendió que eso era ser un campeón.
Vi la tentación,
el oro, los laureles, los aplausos, la ovación,
amigos que te quieren mientras dure tu canción,
creí ser especial, que yo era el hombre del millón.
Y aquí está la lección:
El éxito es tan solo anestesia ante el dolor,
el ego es solo un niño herido que nunca creció, un niño que confunde el amor con la atención.
Nunca cambiaré…
igual que las mareas y la luna,
despiertas mis instintos más perversos, amor.
Sabes que somos dos desastres naturales,
tu lava está fundiendo mi armadura
y yo en tus piernas pierdo los modales, ay, amor.
Búscame, cuando las películas se olviden de nombrarte,
cuando las canciones ya no sepan escucharte,
cuando los teléfonos no suenen, llámame.
Búscame, cuando las farolas no se enciendan al mirarte,
cuando los relojes ya no quieran esperarte,
cuando los teléfonos no suenen, llámame.
Búscame.
Sabes que no tenemos tren de aterrizaje,
lo nuestro es pilotar a cielo abierto,
a ti y a mí nos sobran las ciudades, amor.
Sabes que somos dos compuestos inestables,
no pueden definirnos ni entendernos,
nos llaman la pareja interminable, ay, amor.
Búscame, cuando las películas se olviden de nombrarte…
Ya sabes bien lo que hay que hacer,
mojar tus piernas en mi orilla hasta el amanecer,
me sonreirás medio dormida, “voy a hacer café,
quédate en la cama”.
Las calles volverán a ser nuestro escenario,
el mundo entero aplaudirá otra vez,
los guionistas de esta historia harán que acabe bien,
llámame mañana.
Búscame, búscame, búscame, búscame…
Búscame, cuando las películas se olviden de nombrarte…
que dispararon su desprecio en mis cristales.
Va siendo hora de cerrar algunas bocas,
va siendo hora de dejar de maltratarme.
Liquidaré primero a tres o cuatro haters,
lo haré en defensa propia, dejen de alterarse,
y por si no es suficiente, man, también
me llevaré un reguetonero por delante.
Tengo un león despertando por dentro,
se avecina un domingo sangriento,
la catástrofe va a comenzar.
Tengo 5 gramos de resentimiento,
destrocé este estribillo, lo siento,
el rencor nunca fue comercial.
“Molaba más cuando vendía cuatro discos”;
“ya no es auténtico, ya nunca toca en bares”;
“no es poeta, es fruto del mercantilismo”;
Tampoco soy Kill Bill, pero hoy voy a vengarme.
Y qué decir de esos imbéciles que odian
a los que alcanzan lo que ellos ni intentaron.
Todo caballo amarrado odia al resto de caballos
que galopan por el prado.
Tengo un león despertando por dentro…
El problema es que sabes quién soy, pero yo no quién eres,
un juego tan desigual es lo que sucede si juntas
envidiosos crueles y una red social.
Es cierto, mi resentimiento tiene 5 gramos,
me quito el bozal, porque me apetece caer bajo,
tan bajo que alcance tu nivel mental.
1 gramo va por el gracioso, el pollo más tonto de todo el corral,
tus memes tienen tanta gracia como un discurso de Santi Abascal.
2 gramos por el subnormal que inventa mentiras para ser viral,
¿en serio? o tienes 6 años, chaval, o un grave tumor cerebral.
3 gramos por el artista resentido, dolido por su fracaso musical,
no pagues conmigo lo que has hecho mal, amigo,
fuera de mi pedestal.
4 por quien va de juez y me espía, vigila hasta mi ortografía,
a su señoría le digo que vengo a potar en la mesa de su tribunal.
5 por el hijo puta que cuando me nombra prepara un puñal.
Mi enfado dura 6 segundos,
tú serás un mierda hasta el día de tu funeral.
Por mí como si un meteorito os apunta al tabique nasal,
idiotas, que os jodan o no, me da igual,
sé que el rencor nunca fue comercial.
Tengo un león despertando por dentro…
Lo siento, el rencor nunca fue comercial.
No, no es comercial, sé
que no es lo que quieres oír,
que no es lo que esperan de mí,
que soy un poeta y no puedo
cagarme en la estampa de medio Madrid,
y eso no es comercial,
pero solo reclamo el derecho a enfadarme,
a enfadarme y poderme vengar.
Reivindico el derecho a enfadarme,
reivindico el derecho, incluso,
de patearle en el culo a cualquiera
que venga y cometa un abuso.
No me llames iluso, no,
no me llames iluso, no,
no me llames, no, no me llames, ¿Cómo?
doy vueltas y vueltas y vueltas,
doy vueltas a mi alrededor
y ya no me salen las cuentas,
me siento un estafador,
perdonen que hoy no disimule,
soy solo un espectador
que asiste a su propio derrumbe.
Pero siempre estás tú
que me escuchas cuando me habla el desengaño,
que apareces cuando yo no me acompaño
y me abrazas cuando quiero hacerme daño.
Pero siempre estás tú
que me escuchas cuando yo no quiero oírme,
que me dices lo que no suelo decirme,
y me entiendes cada vez que quiero herirme.
Jamás suelo reconocer
que hay daños que siempre me tientan,
que cuando viene Lucifer
le dejo la puerta entreabierta,
que ser el centro de atención
a veces resulta un castigo,
que por buscar aprobación
dejé que jugaran conmigo.
Pero siempre estás tú…
supiste claramente que estabas ante un hombre destruido.
Me va la mala suerte, me engancho fácilmente
a historias que jamás tendrán sentido.
Si tú eres como yo, vente conmigo.
Rompimos la ciudad, quemamos el Berlín,
“Soy la reina del Jäger” -me dijo, “hoy no vas a dormir”.
La noche nos siguió borracha por Madrid
y en su piso alquilado de Atocha empezó el porvenir.
Amor por accidente, saltando por los puentes,
jugando a lo imposible y lo prohibido.
“No juegues a quererme” -me dijo de repente;
se fue al martes siguiente sin motivo;
se fue dejando a medias al destino.
Rompimos la ciudad, quemamos el Berlín…
Y 10 años después, sentado en el Berlín,
creí escuchar su voz, “me alegra verte aquí”.
Volvimos a bailar igual que aquella vez,
“volvamos a empezar, pide otro para mí”.
Rompimos la ciudad, quemamos el Berlín,
“Soy la reina del Jäger” -me dijo, “hoy no vas a dormir”.
La noche nos siguió borracha por Madrid
y los gatos maullaron cuando la empecé a desvestir,
y la luna a los pies de su cama se puso a dormir,
y en su piso alquilado de Atocha empezó el porvenir.
hoy lo llaman El Planeta Desconcierto,
la esperanza se murió en plena calle esperando una señal,
en Las Tablas de Moisés hoy aparecen otro par de mandamientos,
el primero es una frase de Coelho en una foto de Instagram.
Todos bailan en la fiesta del vacío, hoy los vivos ya están muertos,
Jesucristo está presente en estos días y hoy ha vuelto a tuitear,
la ignorancia y la codicia, corazón, son la pareja del momento
y Maluma llora en su jet privado de camino a Neverland.
Futbolistas que pretenden ser poetas, superventas sin talento,
eminencias de las letras que a veces venden su privacidad,
lo que a ti te hace falta es un coach, si quieres yo te lo presento,
todos venden su remedio milagroso, pero nadie te lo da.
Veinteañeras que publican sus memorias,
el absurdo va en aumento,
editores que publican solamente por el número de likes,
demasiadas opiniones, demasiado, demasiado aturdimiento,
el problema, corazón, es que vivimos dentro de una red social
y no tienes nada más, no te queda nada más,
no te queda nada más, no te queda nada más,
no te queda nada más, no te queda nada más,
no te queda nada más, no te queda nada más.
no nadas por el río, lo acaricias,
tus curvas son el crush de mis pupilas,
tu risa es la mejor de mis noticias.
Quizás dirán que estoy exagerando,
que estar enamorado me hace idiota,
ya sabes que te quiero hasta soñando,
contigo tengo el alma de gaviota.
Se hace la luz si llegas tú a mover mis olas,
rozas el mar en Estambul y llega una brisa a Barcelona
por tu efecto mariposa, por tu efecto mariposa,
por tu efecto mariposa, por tu efecto mariposa.
Y tú que no percibes tus poderes,
tan tímida y callada entre la gente,
sin darte cuenta nunca de quién eres
y el no saberlo te hace sorprendente.
Reina de las cosas cotidianas,
haces girar mi vida lentamente
por tu efecto mariposa, por tu efecto mariposa,
por tu efecto mariposa.
Se hace la luz si llegas tú a mover mis olas…
las puertas del edén, la rampa del infierno.
Vivir contigo es una opción que siempre elegiré,
pero no recomiendo.
Contradicción es hacer las paces
mientras me enseñas el arsenal,
Que por las noches me despedaces
mientras me gritas “no es personal”.
Mi contradicción es intentar que terminemos
algo que aún no ha comenzado.
Mi contradicción es pretender que entiendas esto
cuando yo aún no me he enterado.
A base de buscarte tanto me perdí,
como una guerra que se queda sin soldados.
No sé si soy tu novio o tu souvenir,
volando a solas soy un pájaro enjaulado.
Aquí todo es contradicción
decir “me voy de aquí”
y terminar tumbados.
Aquí todo es contradicción
querer verte marchar
y hacerlo a tu lado.
Mi contradicción es intentar que terminemos…
Si al coger tu mano yo suelto las dudas,
si hay dolores que nos van a hacer crecer,
si solo encuentro abrigo cuando te desnudas,
si hay historias que se arreglan al romper.
Mi contradicción es intentar que terminemos…
si tuvieran corazón nuestras fronteras,
si los bancos nos quisieran rescatar,
si algún día la niñez se repitiera.
Si la chica a la que no dejan salir
con el joven marroquí lo consiguiera,
si los hombres que van a ningún lugar
encontraran alguien que los detuviera.
Si Sabina me prestara su bombín,
si tuviera premio la delicadeza,
si esta noche tú hicieras el favor,
el favor de escapar de mi cabeza.
Si la pasión se olvidara de ser tan pasajera,
si el maltrato solo fuera un tumor que remitiera,
si el sufrimiento al vernos sufrir nos comprendiera,
si las palabras más bellas por fin nos definieran.
Si las balas se negaran a matar,
si las armas se cansaran de las guerras,
si en la bolsa cotizara la verdad,
si lloraran por nosotros las banderas.
Si el chaval más inseguro de aquel bar
a las tres se fuera con la camarera,
si el décimo premiado en Navidad
fuera el número de un club de carretera.
Si mis manos te supieran desvestir,
si viajara hasta Hebrón la primavera,
si todo esto hoy pudiera suceder,
ay, amor, si todo esto sucediera…
Si la pasión se olvidara de ser tan pasajera…
campesinos bajando a por agua en el valle del Senegal,
una niña llorando en Alepo pregunta “¿qué voy a hacer?”
y un abuelo en Tokio responde “No te voy a abandonar”.
Desde el zoco de El Cairo a las nieves azules de Canadá,
desde el médico en Cuba a la joven sembrando en el arrozal,
todos sienten que hay algo en el aire, una bruma, una conexión,
una especie de impulso invisible que nos hace continuar.
Seguiremos, seguiremos, seguiremos,
seguiremos el camino,
seguiremos, seguiremos, seguiremos el camino,
hijos del mismo lugar.
Encontré bailarinas brillando en las calles de Nueva York,
ganaderos fumando en la pampa mirando el atardecer,
en la franja de Gaza una madre sin hijos perdió su voz
y en Madrid un cantante le dijo “tranquila, yo gritaré”.
De las tribus en el Orinoco a los deltas de Bangla Desh,
hay millones de seres corrientes que nunca se rendirán,
es el hilo invisible que mueve a la gente a seguir en pie,
es el hilo invisible que une y empuja a la Humanidad.
Seguiremos, seguiremos, seguiremos…
Iraníes, nigerianas, monjes de Nepal,
musulmanas, sefardíes, niñas de San Juan,
leñadores de Montana, juezas de Milán,
somos ríos que desembocamos en el mar.
Seguiremos, seguiremos, seguiremos…