septiembre 8, 2020
Cine de verano

La noche suda en el asiento de atrás de un Ford del 91
y tú y yo nos convertimos en los protagonistas
de una película de cine de verano.

Entonces me da por amarte
a lo largo y a lo ancho,
de norte a sur, de este a oeste,
amarte en dieciséis novenos,
convertir la vida en un golpe de algodón
y decirte que el vaho en las ventanas
es el regalo que el agua le hace a los amantes.

En este callejón a oscuras, al tocarte te leo en braille
y te recorro en calma traspasando el límite de velocidad,
y la policía no puede ver la matrícula de nuestros sueños
ni multarnos el destino por hacer el amor en Ciudad Universitaria.

Ya descansamos y contigo respirando a mi lado
me da por imaginar tus piernas el próximo mes de julio
y pienso que la isla termina en ti.
Deberías venir en el manual de instrucciones del delirio,
y estar en el resumen del verano.

Todavía no estamos allí.
Estamos en tierra
apagando el sudor,
aún en este Ford del 91,
aún tan protagonistas
de una película de cine de verano.

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